sábado, 3 de enero de 2015

Teoría y praxis de la guerra en el mar 1914-1918 y su influencia en Venezuela

MSc Edgar E. Blanco Carrero

Introducción
La guerra en el mar entre los años 1914 y 1918 estuvo marcada por diferentes escuelas de pensamiento que definieron la naturaleza de los enfrentamientos que en ese conflicto se presentaron. Por ello, nos hemos establecido como objetivo examinar la teoría y la praxis de la guerra en el mar en el período antes indicado para determinar cómo el pensar se correspondió con la realidad y cómo esta forma de pensar y hacer influyó en Venezuela. Para tal fin vamos a indicar, en primer lugar, cuáles fueron las escuelas que influyeron desde el punto de vista teórico, en segundo lugar, cómo la teoría se reflejó en la praxis desde la perspectiva de las operaciones navales y por ultimo indicaremos cómo esta teoría y praxis influyó en el pensar y hacer venezolano en la guerra en el mar.

La teoría de la guerra naval
Hubo tres escuelas de pensamiento en el ámbito naval que marcaron la praxis de la guerra en el mar entre los años 1914 y 1918. La primera fue considerada como navalista pura y estuvo representada por el pensamiento de Alfred Mahan quien gracias al concepto de poder naval entendido modernamente como la capacidad de un Estado de auto-organizarse hacia el mar  (Blanco, 2004) generó una forma de hacer que sería seguida por algunos de los principales contendientes de la guerra, es decir, el Reino Unido, Alemania, Japón y Estados Unidos. De acuerdo con esta escuela la capacidad de autoorganización suponía el control del comercio marítimo a escala global y para ello era necesario que el Estado dispusiese de una fuerza naval que protegiera su tráfico marítimo y, a su vez, en caso de conflicto, destruyera la fuerza naval adversaria, en un combate decisivo, de modo que el tráfico marítimo enemigo estuviera a su merced (Ibíd.). Esta forma de pensar generó un importante proceso de crecimiento y estandarización de las principales marinas de guerra de todo el mundo. En Venezuela, el concepto de poder naval fue introducido por R. Díaz en el año 1908, dentro del marco de un proceso de desarrollo naval iniciado por Cipriano Castro[1].

La segunda escuela de pensamiento fue de origen francés y se denominó Jeune Ecole. Esta escuela reconocida como continentalista preconizaba que los grandes desarrollos tecnológicos alcanzados a finales del siglo XIX permitían que pequeñas embarcaciones pudiesen producir grandes daños a buques de grandes dimensiones por lo que era excesivamente costoso para un Estado plantearse un proceso de desarrollo naval que pudiera ser destruido por un efectivo sistema de defensa marítima compuesto por artillería de costa, minas anti-buques, submarinos[2] y lanchas torpederas. De acuerdo con este criterio, el tráfico marítimo se subordinaba a la defensa del territorio. Esta concepción de la guerra naval no fue asumida oficialmente por ningún país, no obstante, hay que hacer algunas precisiones: en primer lugar, algunas marinas como la italiana, la francesa, la japonesa, la rusa, la alemana y la británica experimentaron con estas nuevas ideas teniendo en consideración su geografía y sus enemigos potenciales. En segundo lugar, los países limitados para construir una armada como la europea consideraron esta manera de hacer la guerra. En el caso venezolano, a fines del siglo XIX se adquirieron dos embarcaciones torpederas que participaron eficazmente en el combate de Río Hacha (Bracho en Rivero-Blanco, 2013) y después del año 1902, se implantó un sistema de artillería de defensa de costa (Hernández y Nieves-Croes en Farage, 2011).

La tercera escuela de pensamiento surgió como consecuencia de una práctica consuetudinaria que sería sistematizada por Castex (1937) y Gross (191?). Esta escuela que puede ser considerada como mixta, representaba un punto intermedio entre la concepción navalista pura y continentalista pura a partir de la influencia que ejerce el mar sobre la tierra y la tierra sobre el mar, con lo cual el apoyo naval a tierra, la perturbación del tráfico marítimo adversario, la defensa de costa y la disposición de una importante fuerza naval que le permitiera al país diseñar maniobras navales de naturaleza estratégica fueron sus ideas predominantes.

Esta escuela fue originalmente francesa y sería seguida por la fuerza de las circunstancias por Alemania, Rusia, Italia y otros países. La fuerza de las circunstancias estuvo supeditada a la praxis de la guerra, como veremos a continuación sucintamente.

La praxis de la guerra en el mar: 1914-1918
La guerra en el mar en el año 1914 sufrió los mismos avatares de la guerra terrestre. De una imagen operacional concebida como una guerra de movimientos terminó después de las batallas de las Malvinas y Coronel en sur de Suramérica que significaron el sacrificio de hombres y buques británicos y alemanes, en una guerra de posiciones caracterizada por la ejecución de operaciones de bloqueo y contrabloqueo que expresaron el inmovilismo en ese escenario de operaciones (De la Sierra, 1984). En lo que se refiere a la aplicación del concepto mahaniano del combate decisivo, éste se puso en práctica intencionalmente por el Reino Unido contra Alemania en Jutlandia en el año 1916, pero a pesar de las graves pérdidas sufridas por ambos bandos, especialmente por los anglosajones, en el resto de la guerra no se planteó un combate de esa naturaleza. Con respecto al accionar de los beligerantes bajo la concepción de la Jeune Ecole, es posible afirmar que la marina alemana aprovechó el éxito en el empleo de los submarinos e intensificó su uso a gran escala, primeramente contra los buques de guerra y posteriormente contra el tráfico marítimo de sus adversarios. La guerra de minas fue aplicada ampliamente por todos los beligerantes y en relación al empleo de lanchas torpederas es conveniente destacar que su efectividad se demostró en el año 1918, cuando la marina italiana autorizó su empleo contra los buques de la marina austrohúngara logrando producir severos daños a su enemigo (Blanco, 2012 y Rivero-Blanco, 2014).

Desde el punto de vista mixto, en la guerra ambos contendientes ejecutaron operaciones de apoyo naval contra tierra destacándose al respecto los costosos desembarcos de Gallipoli y Salónica en el año 1915 (Blanco, 2014). De igual forma se desarrollaron otras acciones navales como: en primer lugar, de bombardeo de costa para hostigamiento y apoyo a la infantería (sobre todo realizadas por alemanes, turcos, rusos, italianos, británicos, franceses, japoneses y austrohúngaros), en segundo lugar, operaciones antibuques como el combate de Dogger Bank y, en tercer lugar, contra tráfico marítimo. Sobre esta última, es conveniente destacar que fueron mayormente realizadas por la marina alemana con buques y submarinos. Las realizadas con buques ocurrieron en el océano Atlántico y Pacífico con el apoyo de un sofisticado sistema logístico conocido como ettappendienst. Estas operaciones finalizaron en el año 1914 con la captura o hundimiento de los buques. Aquí se destaca las acciones corsarias realizadas por el SMS “Karlsruhe” en el Atlántico meridional porque contaron con apoyo logístico venezolano y con el salvamento de parte de la tripulación cuando naufrago en los alrededores de la isla Trinidad (Blanco en Rivero-Blanco, 2013). Las realizadas con submarinos lograron por poco que Alemania ganara la guerra, pero ello significó la entrada en guerra de Estados Unidos trayendo como consecuencia que la estadística de hundimientos se inclinara en contra de ese país centroeuropeo. De esta manera, la guerra al final de cuentas resultó ser un asunto de producción y destrucción que tuvo consecuencias revolucionarias si se consideran que los marineros de las flotas rusa, austrohúngara y alemana tomaron parte decisiva en los procesos revolucionarios que vivieron esos países. Como se puede observar de lo reseñado, la praxis desbordó la teoría, por lo que Castex (1937), Gross (191?) y Corbett (Blanco, 2004) iniciarían un proceso de revisión del pensamiento naval cuyas consecuencias se comenzarían a observar en la Segunda Guerra Mundial.

Influencia de la teoría y praxis de la guerra naval en Venezuela
Como indicamos ya, el pensamiento naval venezolano formal tuvo de la mano de Ramón Díaz sus orígenes. Este pensamiento fue mahaniano, pero en nuestro caso estaba orientado a desarrollar un poder naval en nuestro país.  A parte del asunto del SMS “Karlsruhe” Venezuela no tuvo otra participación en la guerra que la presencia de unos voluntarios que actuaron de forma representativa en ese conflicto (Blanco, 2014).  Pero, el desarrollo del poder naval venezolano se vio truncado en el año 1913 cuando Juan Vicente Gómez se aseguró en el poder y produjo una purga en la fuerza naval que frustró todo el esfuerzo de desarrollo realizado. A partir del año 1935, fue que se reiniciaría un nuevo proceso de desarrollo, pero dado el estado de minusvalía del país en lo concerniente a la defensa naval, se pensó inicialmente en un modelo de desarrollo realizado a imagen y semejanza de la concepción preconizada por la Jeune Ecole con ayuda italiana (Blanco, 2012 y Rivero-Blanco, 2014), para posteriormente asumir una visión mixta. Pero este esfuerzo sólo se llegaría a concretar parcialmente a mitad del siglo pasado dada la importancia de Venezuela como proveedor  de petróleo. No obstante ello, la discusión sobre el tipo de poder naval necesario para el país sigue constituyendo un punto de reflexión por la discrepancia existente entre dependencia marítima y capacidades disponibles.


FUENTES
·         Blanco, E. (2014). “Los venezolanos y la Primera Guerra Mundial”. Caracas. Disponible: www.edgareblancocarrero.blogspot.com
·         Blanco, E. (2012). “La Regia Marina Militare Italiana y su participación en la Concepción de una Estrategia de Defensa Marítima del Territorio Venezolano, 1935-1940”. Caracas. Disponible: www.edgareblancocarrero.blogspot.com
·         Blanco, E. (2004). Reflexiones sobre Estrategia Marítima en la Era de la Libertad de los Mares. Caracas. Editorial Panapo.
·         Castex, R. (1937). Teorías Estratégicas. Tomos I al V. Buenos Aires. Escuela de Guerra Naval.
·         De La Sierra, L. (1984). El mar en la Gran Guerra (1914-1918). Barcelona. Editorial Juventud.
·         Farage, L. (Comp.). (2011). Venezuela y la Segunda Guerra Mundial. 1939-1945. Caracas. CGA.
·         Gross, O. (191?). La Doctrina de la Guerra Marítima según las Enseñanzas de la Guerra Mundial. Madrid. (T. M. Mille). Editorial Naval.
·         Rivero-Blanco, R. (2014). “Las lanchas torpederas M.A.S.: Cronología de un Experimento”. Caracas. Disponible: http://www.fav-club.com  
·         Rivero-Blanco, R. (Edit.)(2013). Historia de la Marina de Guerra de Venezuela de inicios del siglo XX: Vida y legado del CC Ramón Díaz. Caracas. Ediciones del Autor.



[1] Ver al respecto: Blanco (Rivero-Blanco, 2013).
[2] A pesar de existir antecedentes que se remontan al siglo XV en Corea y su defensa frente al Japón y en el siglo XIX en la guerra de secesión estadounidense, el submarino, en su nueva concepción, tendría su bautismo de fuego en el año 1914, por lo que antes de la guerra, las discusiones que se plantearon fueron teóricas y jurídicas en función de sus potencialidades. 

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