martes, 6 de octubre de 2015

Mahatma Gandhi: 146 años de una filosofía de vida

Lic. Karen G. Díaz P.

Mohandas Karamchad Gandhi, es tal vez el nombre más conocido de la República de la India, una amplia cantidad de libros en diversos idiomas, películas, fotografías y obras de teatro dan cuenta del interés que genera este líder político y social, nacido en la ciudad de Porbandar, el 2 de octubre de 1869.
  
En el imaginario mundial del siglo XX y XXI está la figura delgada pero firme, de un hombre que a partir de sus “experimentos con la verdad” llego a ser una de las figuras centrales de la independencia India, no sólo por la lucha contra el imperio británico sino por lograr unificar gran parte del territorio identificado con una filosofía, teórica y práctica, que fue y es, símbolo de la unión de la República de India. 
 
Parte del legado de Gandhi se concentra en la filosofía del Satyagraha,  un movimiento político - religioso que mediante la movilización de la población buscaba con firmeza y sin violencia, reivindicaciones para los indios. Como el propio Gandhi afirmó en su autobiografía, el nombre de Satyagraha nació luego del movimiento por los derechos de los indios, a partir de un concurso realizado en Sudáfrica, en el periódico La opinión.

La esencia del movimiento fue poner en práctica las ideas de la verdad y de la no-violencia que impulsaba Gandhi a través de dos formas; la primera de ellas la No-cooperación, que consistió, básicamente, en oponerse a trabajar y colaborar con el sistema inglés (la población comenzó a boicotear los institutos educativos y a obstaculizar el traslado y consumo de productos británicos) y, la segunda forma la Desobediencia civil, calificada en esencia de más atrevida, debido a que promovía la violación o el incumplimiento de las leyes y ordenanzas británicas que fuesen injustas; sin embargo, para ello no se debía actuar con violencia sino aceptar las consecuencias o sanciones que imponía el imperio (Reyna, José Antonio: 2005: Gandhi y la no violencia: 72).

Gandhi como figura política y social dejo un legado que traspasa las fronteras de India, pues fue su liderazgo estuvo dirigido a promover la No Violencia como estrategia de liberación de los pueblos. Por ello la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, estableció el 2 de octubre como el Día Internacional de la Paz y la No Violencia.

domingo, 23 de agosto de 2015

Indira Gandhi: La India a favor de la eliminación total de armas nucleares

El pueblo y el gobierno de la India están a favor de la eliminación total de armas nucleares. El día que fue lanzada la bomba sobre Hiroshima, mi padre, Jawaharlal Nehru, lo llamó el “traficante de la muerte” y desde entonces hemos estado a favor del desarme total bajo un efectivo control internacional.

En 1976 pedimos la prohibición del uso de armas nucleares para evitar una guerra nuclear ya que esto sería una violación a la Carta de las Naciones Unidas y un crimen contra la humanidad.

Nuestro propio programa de energía nuclear se dedica en forma exclusiva al desarrollo y a la utilización de la energía nuclear para fines pacíficos. Esta fue nuestra intención al llevar a cabo una explosión nuclear pacífica en 1974. La India no posee armas nucleares y no tiene intención de desarrollarlas ni de producirlas.

Texto de una carta de la Primera Ministra Indira Gandhi al Sr. Tetsu Kitagawa, de 57 años de edad, víctima de la bomba atómica quien envió nota a los jefes de gobiernos con capacidad nuclear solicitando la abolición de armas nucleares. El Sr. Kitagawa es empleado de la Oficina de Prefectura de Hiroshima y estuvo a sólo 1.2 kilómetros del epicentro de la explosión de Hiroshima hace 35 años. La carta de Indira Gandhi, que se reproduce arriba fue la primera respuesta que él recibió.




viernes, 1 de mayo de 2015

El Gobierno del Japón convoca a las Becas de Postgrado y Pregrado - 2016

El Gobierno del Japón, a través del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología (MEXT) inició la convocatoria de las y los postulantes a las becas de postgrado y pre-grado correspondientes al año 2016 para estudiantes extranjeros.  

El proceso de selección de esta Beca está constituido por la Primera Etapa de Selección por parte de la Embajada del Japón de mayo a julio y, por la segunda etapa de selección por parte de Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología (MEXT) del Japón de octubre a noviembre.  

Los becarios seleccionados viajarán al Japón en abril (o en octubre) del 2016.  En caso de estar interesado en la postulación de esta Beca, se deberá leer, sin excepción, el contenido completo de cada Instrucción para Solicitud, presentar las planillas correspondientes debidamente llenadas junto con las demás documentaciones necesarias, antes de la fecha de cierre de entrega de documentos a la Embajada del Japón en Venezuela. 

La explicación sobre esta Beca, el llenado de las planillas y sobre las documentaciones necesarias, se llevarán a cabo en las Charlas de Asesoría que se ofrecerán en 4 oportunidades, distribuidos en abril y mayo, según el siguiente cronograma: 

Charlas de asesorías para los postulantes de las Becas del Gobierno del Japón:   

Fechas: Jueves  23/04, Viernes  24/04, Miércoles  29/04, Jueves  30/04.     Lugar: Embajada del Japón     Horario: 2:00 - 4:00 pm     

Tipo de Beca: Postgrado y Pregrado  

Alerta: Es gratuito. Los cupos están limitados por el espacio.   BECA PARA POSTGRADO  1. Resumen de Requisitos:  Para presentar la solicitud de postulación, VERIFICAR MUY BIEN los requisitos en Instrucción de Solicitud para Postgrado (Ver en línea http://www.ve.emb-japan.go.jp/esp/cultula/becas/beca.htm) 

(1) Nacionalidad: Venezolana (El candidato que tenga nacionalidad japonesa en el momento de la solicitud no será elegible).
(2) Edad: Menor de 35 Años (nacido posteriormente al 2 de abril de 1981).
(3) Antecedentes académicos: El candidato debe ser graduado universitario o tener una capacidad académica igual o superior a la de un graduado universitario.
(4) Campo principal de estudio: El candidato deberá solicitar el área correspondiente al campo de estudio anterior o algún área relacionado.  
(5) Idioma japonés: El candidato debe estar dispuesto a aprender el idioma japonés, estar interesado en Japón y tener entusiasmo para profundizar su entendimiento de Japón después de su llegada, y ser capaz de realizar estudios e investigaciones y  adaptarse a la vida en Japón.   

2. Beca 
(1) Período de suministro de la beca: Para los estudiantes de Investigación el máximo del tiempo es durante 2 años.  Para los estudiantes de Maestría y Doctorado: hasta culminar el curso correspondiente. Sin embargo, en el caso de aspirar el ingreso desde la categoría de estudiante de Investigación a la categoría de Maestría o Doctorado, habiendo sido aceptado por la universidad, habiendo cumplido con las condiciones y posteriormente a una evaluación, podría existir la posibilidad de que la beca sea prorrogada.   

(2)Monto mensual de la beca para postgrado: 
-143,000 yenes para Estudiantes de Investigación      
-144,000 yenes para maestría     
-145,000 yenes para doctorado 

3. La Primera Etapa de Selección     
(1)Selección de Documentos:  Cierre de Entrega de los Documentos: lunes 11 de mayo de 2015  -HORA de aceptación: 9:00-11:00AM y 2:00-4:00PM -LUGAR: Embajada del Japón en Venezuela -NOTA:      (1)Se debe entregar todos los documentos necesarios puesto en un       sobre  con su nombre y apellido escrito junto con una copia de cédula de identidad.      

(2)Se debe entregar SOLO un ejemplo de cada documento y tres fotos iguales.    

(3)En caso que falte algún documento o que uno de ellos tenga algún defecto, quedará fuera de la selección. 
Anuncio de Resultados: lunes 1 de junio de 2015 (Programado) 

NOTA: Se informará el resultado (si han pasado la selección de los  documentos o no) a la cuenta de correo  electrónico que registren en la planilla de solicitud de la Beca. No se aceptará ninguna solicitud del resultado por vía telefónica.  (2) Exámenes de Idiomas: Viernes 5 de Junio de 2015  -LUGAR: Torre BOD-Corpbanca, Mezzania Norte, Plaza La Castellana, La Castellana, Chacao (A confirmar dirección exacta): 

-ASIGNATURAS: Japonés (120 minutos) e Inglés (60 minutos). 

 -NOTA: Solo quienes hayan pasado la selección de los documentos podrán presentar los exámenes de idiomas.   

Anuncio de Resultados: viernes 12 de junio de 2015 (Programado)  -NOTA: Se informará el resultado (si han pasado los exámenes de Idiomas o no) a su cuenta de correo electrónico que registren en la planilla de solicitud. No se acceptará ninguna solicitud del resultado por vía telefónica.  

•TIPO DE BECAS: Postgrado y Pre-grado

•FECHAS - HORARIO: Jueves  23/04 2:00 - 4:00 pm, Viernes  24/04, Miércoles  29/04, Jueves  30/04   LUGAR: Embajada del Japón. 

NOTA: Es gratuito. Los cupos están limitados por el espacio.  Para mayor información contactar a la Embajada del Japón.  Tel. 262.3435 (Lunes-Viernes 8:30-12:00AM y 1:30PM-4:00PM)  Planillas de Solicitud a considerar:      

1. Instrucción de Solicitud para Postgrado (PDF)      
2. Planilla de Solicitud para Postgrado (WORD)   
3. Planilla de Solicitud para Postgrado Anexo (WORD)   
4. Área y plano de Estudio (WORD)      
5. Examen de Salud (PDF)     
6. Carta de Recomendación (WORD)   

NOTA: 1) Se aceptarán solo documentos escritos a máquina, excepto el Examen de  Salud. 2) En caso de que falte algún documento o que uno de ellos tenga algún defecto, quedará fuera de la selección.  
3) Se debe entregar SOLO un ejemplar de cada documento y tres fotos iguales.  

(3) Universidades en Japón.  Se deben llenar la Planilla para Solicitud con 3 universidades japonesas de mayor interés para el solicitante. Podrán obtener informaciones sobre las universidades en Japón en: Directory Database of Reaseach & Development Activities(ReaD). 

Para mayor información asistir a Charlas de Asesorías o  contactar a la  Embajada del Japón tel. 262.3435 (Lunes-Viernes  8:30AM-12:00AM y  1:30PM-4:00PM). Cualquier enlace requerido, favor pulsar el enlace directo de la Embajada en: http://www.ve.emb-japan.go.jp/esp/cultula/becas/beca.htm

sábado, 3 de enero de 2015

Teoría y praxis de la guerra en el mar 1914-1918 y su influencia en Venezuela

MSc Edgar E. Blanco Carrero

Introducción
La guerra en el mar entre los años 1914 y 1918 estuvo marcada por diferentes escuelas de pensamiento que definieron la naturaleza de los enfrentamientos que en ese conflicto se presentaron. Por ello, nos hemos establecido como objetivo examinar la teoría y la praxis de la guerra en el mar en el período antes indicado para determinar cómo el pensar se correspondió con la realidad y cómo esta forma de pensar y hacer influyó en Venezuela. Para tal fin vamos a indicar, en primer lugar, cuáles fueron las escuelas que influyeron desde el punto de vista teórico, en segundo lugar, cómo la teoría se reflejó en la praxis desde la perspectiva de las operaciones navales y por ultimo indicaremos cómo esta teoría y praxis influyó en el pensar y hacer venezolano en la guerra en el mar.

La teoría de la guerra naval
Hubo tres escuelas de pensamiento en el ámbito naval que marcaron la praxis de la guerra en el mar entre los años 1914 y 1918. La primera fue considerada como navalista pura y estuvo representada por el pensamiento de Alfred Mahan quien gracias al concepto de poder naval entendido modernamente como la capacidad de un Estado de auto-organizarse hacia el mar  (Blanco, 2004) generó una forma de hacer que sería seguida por algunos de los principales contendientes de la guerra, es decir, el Reino Unido, Alemania, Japón y Estados Unidos. De acuerdo con esta escuela la capacidad de autoorganización suponía el control del comercio marítimo a escala global y para ello era necesario que el Estado dispusiese de una fuerza naval que protegiera su tráfico marítimo y, a su vez, en caso de conflicto, destruyera la fuerza naval adversaria, en un combate decisivo, de modo que el tráfico marítimo enemigo estuviera a su merced (Ibíd.). Esta forma de pensar generó un importante proceso de crecimiento y estandarización de las principales marinas de guerra de todo el mundo. En Venezuela, el concepto de poder naval fue introducido por R. Díaz en el año 1908, dentro del marco de un proceso de desarrollo naval iniciado por Cipriano Castro[1].

La segunda escuela de pensamiento fue de origen francés y se denominó Jeune Ecole. Esta escuela reconocida como continentalista preconizaba que los grandes desarrollos tecnológicos alcanzados a finales del siglo XIX permitían que pequeñas embarcaciones pudiesen producir grandes daños a buques de grandes dimensiones por lo que era excesivamente costoso para un Estado plantearse un proceso de desarrollo naval que pudiera ser destruido por un efectivo sistema de defensa marítima compuesto por artillería de costa, minas anti-buques, submarinos[2] y lanchas torpederas. De acuerdo con este criterio, el tráfico marítimo se subordinaba a la defensa del territorio. Esta concepción de la guerra naval no fue asumida oficialmente por ningún país, no obstante, hay que hacer algunas precisiones: en primer lugar, algunas marinas como la italiana, la francesa, la japonesa, la rusa, la alemana y la británica experimentaron con estas nuevas ideas teniendo en consideración su geografía y sus enemigos potenciales. En segundo lugar, los países limitados para construir una armada como la europea consideraron esta manera de hacer la guerra. En el caso venezolano, a fines del siglo XIX se adquirieron dos embarcaciones torpederas que participaron eficazmente en el combate de Río Hacha (Bracho en Rivero-Blanco, 2013) y después del año 1902, se implantó un sistema de artillería de defensa de costa (Hernández y Nieves-Croes en Farage, 2011).

La tercera escuela de pensamiento surgió como consecuencia de una práctica consuetudinaria que sería sistematizada por Castex (1937) y Gross (191?). Esta escuela que puede ser considerada como mixta, representaba un punto intermedio entre la concepción navalista pura y continentalista pura a partir de la influencia que ejerce el mar sobre la tierra y la tierra sobre el mar, con lo cual el apoyo naval a tierra, la perturbación del tráfico marítimo adversario, la defensa de costa y la disposición de una importante fuerza naval que le permitiera al país diseñar maniobras navales de naturaleza estratégica fueron sus ideas predominantes.

Esta escuela fue originalmente francesa y sería seguida por la fuerza de las circunstancias por Alemania, Rusia, Italia y otros países. La fuerza de las circunstancias estuvo supeditada a la praxis de la guerra, como veremos a continuación sucintamente.

La praxis de la guerra en el mar: 1914-1918
La guerra en el mar en el año 1914 sufrió los mismos avatares de la guerra terrestre. De una imagen operacional concebida como una guerra de movimientos terminó después de las batallas de las Malvinas y Coronel en sur de Suramérica que significaron el sacrificio de hombres y buques británicos y alemanes, en una guerra de posiciones caracterizada por la ejecución de operaciones de bloqueo y contrabloqueo que expresaron el inmovilismo en ese escenario de operaciones (De la Sierra, 1984). En lo que se refiere a la aplicación del concepto mahaniano del combate decisivo, éste se puso en práctica intencionalmente por el Reino Unido contra Alemania en Jutlandia en el año 1916, pero a pesar de las graves pérdidas sufridas por ambos bandos, especialmente por los anglosajones, en el resto de la guerra no se planteó un combate de esa naturaleza. Con respecto al accionar de los beligerantes bajo la concepción de la Jeune Ecole, es posible afirmar que la marina alemana aprovechó el éxito en el empleo de los submarinos e intensificó su uso a gran escala, primeramente contra los buques de guerra y posteriormente contra el tráfico marítimo de sus adversarios. La guerra de minas fue aplicada ampliamente por todos los beligerantes y en relación al empleo de lanchas torpederas es conveniente destacar que su efectividad se demostró en el año 1918, cuando la marina italiana autorizó su empleo contra los buques de la marina austrohúngara logrando producir severos daños a su enemigo (Blanco, 2012 y Rivero-Blanco, 2014).

Desde el punto de vista mixto, en la guerra ambos contendientes ejecutaron operaciones de apoyo naval contra tierra destacándose al respecto los costosos desembarcos de Gallipoli y Salónica en el año 1915 (Blanco, 2014). De igual forma se desarrollaron otras acciones navales como: en primer lugar, de bombardeo de costa para hostigamiento y apoyo a la infantería (sobre todo realizadas por alemanes, turcos, rusos, italianos, británicos, franceses, japoneses y austrohúngaros), en segundo lugar, operaciones antibuques como el combate de Dogger Bank y, en tercer lugar, contra tráfico marítimo. Sobre esta última, es conveniente destacar que fueron mayormente realizadas por la marina alemana con buques y submarinos. Las realizadas con buques ocurrieron en el océano Atlántico y Pacífico con el apoyo de un sofisticado sistema logístico conocido como ettappendienst. Estas operaciones finalizaron en el año 1914 con la captura o hundimiento de los buques. Aquí se destaca las acciones corsarias realizadas por el SMS “Karlsruhe” en el Atlántico meridional porque contaron con apoyo logístico venezolano y con el salvamento de parte de la tripulación cuando naufrago en los alrededores de la isla Trinidad (Blanco en Rivero-Blanco, 2013). Las realizadas con submarinos lograron por poco que Alemania ganara la guerra, pero ello significó la entrada en guerra de Estados Unidos trayendo como consecuencia que la estadística de hundimientos se inclinara en contra de ese país centroeuropeo. De esta manera, la guerra al final de cuentas resultó ser un asunto de producción y destrucción que tuvo consecuencias revolucionarias si se consideran que los marineros de las flotas rusa, austrohúngara y alemana tomaron parte decisiva en los procesos revolucionarios que vivieron esos países. Como se puede observar de lo reseñado, la praxis desbordó la teoría, por lo que Castex (1937), Gross (191?) y Corbett (Blanco, 2004) iniciarían un proceso de revisión del pensamiento naval cuyas consecuencias se comenzarían a observar en la Segunda Guerra Mundial.

Influencia de la teoría y praxis de la guerra naval en Venezuela
Como indicamos ya, el pensamiento naval venezolano formal tuvo de la mano de Ramón Díaz sus orígenes. Este pensamiento fue mahaniano, pero en nuestro caso estaba orientado a desarrollar un poder naval en nuestro país.  A parte del asunto del SMS “Karlsruhe” Venezuela no tuvo otra participación en la guerra que la presencia de unos voluntarios que actuaron de forma representativa en ese conflicto (Blanco, 2014).  Pero, el desarrollo del poder naval venezolano se vio truncado en el año 1913 cuando Juan Vicente Gómez se aseguró en el poder y produjo una purga en la fuerza naval que frustró todo el esfuerzo de desarrollo realizado. A partir del año 1935, fue que se reiniciaría un nuevo proceso de desarrollo, pero dado el estado de minusvalía del país en lo concerniente a la defensa naval, se pensó inicialmente en un modelo de desarrollo realizado a imagen y semejanza de la concepción preconizada por la Jeune Ecole con ayuda italiana (Blanco, 2012 y Rivero-Blanco, 2014), para posteriormente asumir una visión mixta. Pero este esfuerzo sólo se llegaría a concretar parcialmente a mitad del siglo pasado dada la importancia de Venezuela como proveedor  de petróleo. No obstante ello, la discusión sobre el tipo de poder naval necesario para el país sigue constituyendo un punto de reflexión por la discrepancia existente entre dependencia marítima y capacidades disponibles.


FUENTES
·         Blanco, E. (2014). “Los venezolanos y la Primera Guerra Mundial”. Caracas. Disponible: www.edgareblancocarrero.blogspot.com
·         Blanco, E. (2012). “La Regia Marina Militare Italiana y su participación en la Concepción de una Estrategia de Defensa Marítima del Territorio Venezolano, 1935-1940”. Caracas. Disponible: www.edgareblancocarrero.blogspot.com
·         Blanco, E. (2004). Reflexiones sobre Estrategia Marítima en la Era de la Libertad de los Mares. Caracas. Editorial Panapo.
·         Castex, R. (1937). Teorías Estratégicas. Tomos I al V. Buenos Aires. Escuela de Guerra Naval.
·         De La Sierra, L. (1984). El mar en la Gran Guerra (1914-1918). Barcelona. Editorial Juventud.
·         Farage, L. (Comp.). (2011). Venezuela y la Segunda Guerra Mundial. 1939-1945. Caracas. CGA.
·         Gross, O. (191?). La Doctrina de la Guerra Marítima según las Enseñanzas de la Guerra Mundial. Madrid. (T. M. Mille). Editorial Naval.
·         Rivero-Blanco, R. (2014). “Las lanchas torpederas M.A.S.: Cronología de un Experimento”. Caracas. Disponible: http://www.fav-club.com  
·         Rivero-Blanco, R. (Edit.)(2013). Historia de la Marina de Guerra de Venezuela de inicios del siglo XX: Vida y legado del CC Ramón Díaz. Caracas. Ediciones del Autor.



[1] Ver al respecto: Blanco (Rivero-Blanco, 2013).
[2] A pesar de existir antecedentes que se remontan al siglo XV en Corea y su defensa frente al Japón y en el siglo XIX en la guerra de secesión estadounidense, el submarino, en su nueva concepción, tendría su bautismo de fuego en el año 1914, por lo que antes de la guerra, las discusiones que se plantearon fueron teóricas y jurídicas en función de sus potencialidades. 

Los derechos humanos, a un siglo de la I Guerra Mundial

MSc Daniel Eduardo Rodríguez Franco

Contexto histórico
La tarde del 28 de junio de 1919, gran parte de la humanidad observaba con esperanza como los distintos representantes de los países “Aliados”[1] y por otro lado las “Potencias Centrales[2]”, se reunían en una misma mesa en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles; fotografía ésta, muy poco creíble dentro del imaginario de los pueblos beligerantes; sin embargo, varios factores condujeron a ese hecho histórico que marcaría el fin de la Gran Guerra o Guerra de Europa para concepto de los Americanos.
Ese trascendental cónclave, a la luz de la historia y aún bajo profundas discusiones ideológicas, fue un escenario para demostrar el músculo de las nuevas potencias que resultaban victoriosas de cuatro sangrientos años de guerra[3]; a pesar de ello, y partiendo de la posición psicológica de que los errores son positivos y los hechos acaecidos en el pasado no pueden ser reparados o transformados, sólo constituyen aprendizajes. Se asume que el Tratado de Versalles de 1919, constituyó un tratado de paz necesario para el momento histórico que se vivía, quizás con muchos detractores, especialmente alemanes, pero que contó con el beneplácito de las mayorías.
El Tratado de Versalles, impulsado especialmente por el Presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson, dentro de su política exterior intervencionista y neutral, llevó a la palestra pública la necesidad de crear un organismo cuasi supranacional, que se constituyera en un escenario para deliberar de forma diplomática las diferencias entre naciones y evitar la ocurrencia de una nueva guerra mundial; la propuesta, hecha realidad se cimentó sobre los principios y preceptos expuestos en el Tratado que se firmaba. Lógicamente, el espíritu en su redacción fue la paz, justicia y tranquilidad para todos, de allí cualquier investigador podría hacer una identificación de los orígenes, escritos y teorizados a una escala mundial y de tal alcance, de los derechos humanos.

Formación de la Sociedad de las Naciones
Esa instancia de revisión diplomática mundial, inexistente hasta ese momento (siglo XX), recibió el nombre de la Sociedad de las Naciones, con todo un andamiaje jurídico, organizacional y funcional, que años más tarde daría paso a la hoy Organización de las Naciones Unidas.
La función de la Sociedad de las Naciones, fue establecer las bases y lineamientos esenciales para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales, indiscutiblemente destrozadas por la guerra. Para ello debió inspirarse en los preceptos del Tratado de Versalles, que más allá de establecer acaloradas discusiones sobre las arbitrariedades en cuanto a sanciones y expansión de nuevos imperios, ese Tratado registró y visibilizó determinados derechos humanos de forma frontal, haciendo un llamado a la nueva reestructuración mundial en la importancia de garantizar, respetar y vigilar ciertas condiciones básicas aplicadas para todos los humanos.

Los derechos humanos en la primera parte del siglo XX
Temas como la independencia política y compromisos a garantizar y fortalecer la integridad territorial expresada en el Art.10 del Tratado de Versalles, el derecho a la paz y a una vida sin guerras en su Art.11 y especialmente en su Art. 22, cuando expresa que violaciones como la esclavitud, el tráfico de armas, los abusos de poder en cuanto a la libertad de conciencia y de religión o las prácticas de sometimiento y entrenamiento militar a  los indígenas; son muestras de lo que posteriormente identificaremos como el derecho a la autodeterminación de los pueblos, los derechos civiles y políticos y los derechos de poblaciones vulnerables, más recientemente.
Se hace más patente esa postura al revisar el Art. 23, donde se recoge parte de los derechos al trabajo digno, con salarios justo y condiciones de respeto a la integridad humana, resaltando la prohibición del trabajo infantil, las limitaciones del trabajo juvenil y las condiciones de igualdad para el trabajo de la mujer, como también se llama a la cooperación y posición activa de todas las naciones firmantes, en vigilar el cumplimiento de estos derechos en su territorio y se insta a crear organizaciones internacionales especializadas en estos temas.
De igual forma, se plantea el derechos a la salud para todas y todos, compromiso de gran valor para un mundo que se levantaba después de una guerra que dejaba aproximadamente nueve millones de muertos, producto de las acciones bélicas directas y colaterales.

Los derechos humanos en la segunda parte del siglo XX
Si bien es cierto, que los derechos humanos  es tema de todas y todos, sin importar condiciones culturales, religiosas, ideológicas, económicas, sexuales, entre otras; la historia nos ha enseñado que nuestros antecesores han hecho esfuerzos no tan generosos y justos, siempre el factor del poder y la política los han inspirado a limitar, cercenar y ajustar los derechos humanos según criterios etnocentristas, radicales y coyunturales.
Empero, es innegable que los derechos humanos han venido en una evolución y ampliación constante, producto del sacrificio y luchas de las masas, de allí que posterior a la segunda Guerra Mundial acaecida entre 1939-1945, se genera nuevamente un reacomodo de la Sociedad de las Naciones a una organización un poca más justa y equitativa, que todavía en los inicios del siglo XXI enfrenta duras críticas y se ve obligada a dinamizarse y evolucionar para no perecer.
Pasos importantes fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que fue más allá que el Tratado de Versalles que se centró en  colocar mayor preponderancia a las sanciones alemanas que derivarían en la toma de nuevos imperios sobre los caídos; pero se dio un paso, criticable o mejorable. Lo cierto es, que ello forma parte de la evolución, del crecimiento, de la búsqueda de soluciones que se producen, lamentablemente, después de duras crisis como la I y II Guerra Mundial.
 Aún el camino es largo y ancho, los derechos humanos no se han conquistado de forma igual para todos y todas y la sombra de la política y el poder imperial para manejarlos persiste en el planeta azul; no fue, es o será fácil la conquista plena. Pero el siglo XXI vino marcado por la emancipación que ha generado el mundo tecnológico y la era del conocimiento, que despierta cada día a más personas que observan y reconstruyen la concepción de los derechos humanos desde el sur al norte y desde el este al oeste.
Ochenta y seis años después de la primera guerra mundial, con todas las condiciones culturales, de conocimiento, religiosas, entre otras, que nos separan; se concluye que los derechos humanos estuvieron allí, en la idea en el compromiso, en el mundo diplomático, pero no llegaron a los hombres, mujeres, niños, ancianos y enfermos. Justificaciones, quizás puedan existir, pero hoy luego de cruzar la primera década del siglo del conocimiento y la tecnología,  ¿cuánto de esa realidad ha cambiado?, ¿cuánto hemos hecho por hacer los derecho humanos de los humanos?, ¿cuánto se sigue sometiendo a los pueblos del mundo en nombre de los derecho humanos, la sublime arma de la inteligencia política?
Las reflexiones, las experiencias, las luchas, las investigaciones con enfoques distintos, quizás nos acerquen  a una respuesta; es por tal razón, el momento de ir más allá, de ver sobre lo evidente y pensar en las motivaciones de los líderes mundiales, regionales y nacionales, es la hora de la autorevisión y no esperar una crisis, de las que hemos vivido, para hacer justo lo justo y poder acercarnos a una convivencia de paz real, sustentable y sostenible, como lo identificarían los tecnócratas de la era del conocimiento.


FUENTES
·         Instituto Iberoamericano de Derecho Comparado. El Tratado de Versalles de 1919 y sus antecedentes. Madrid-1920.
·         Sociedad de Naciones. Pacto de la Sociedad de Naciones, Versalles 28 de junio de 1919.




[1] Aliados, compuesto por Francia, África Occidental Francesa, Marruecos Francés, Reino Unido, Australia Canadá, India Británica, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Terranova, Imperio Ruso, Reino de Italia, Libia Italiana, Estados Unidos, Bélgica, Imperio del Japón, Grecia, Reino de Montenegro, Rumania, Reino de Serbia, República Portuguesa, entre otros.
[2] Potencias Centrales, compuesto por Imperio Austrohúngaro, Imperio Alemán, Imperio Colonial Alemán,  Imperio Otomano, Reino de Bulgaria, entre otros.
[3] La I Guerra Mundial oficialmente tiene su inicio el 28 de julio de 1914, con el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria y tiene su fin técnico el 11 de noviembre de 1918.

El Reparto Colonial de las Potencias Vencedoras de la “Gran Guerra” en el Medio Oriente: El Acuerdo Sykes-Picot (1916)

MSc Francisco Fraíz

Francia y Gran Bretaña, como potencias vencedoras de la I Guerra Mundial en 1918, protagonizaron disputas y conquistas en zonas fuera del continente europeo que les permitieron adueñarse de territorios en el occidente de Asia, concretamente la zona conocida el día de hoy como el “Medio Oriente” mediante un pacto firmado en 1916 entre representantes de los gobiernos de ambos países que redibujaron las fronteras de acuerdo a sus intereses geopolíticos en aquel momento, siendo Rusia testigo de la firma de un documento célebremente conocido como el Acuerdo Sykes-Picot[1]. En un momento en el que aún no se sabía el destino de las potencias contendientes en ese conflicto en la frontera de Alemania con Bélgica y Francia, atascados en largas batallas de trincheras y a pesar de no conocer el resultado definitivo de la conflagración, no impidió que Francia y Gran Bretaña expandieran su protagonismo en calidad de metrópoli en lo que proyectaron como sus zonas de influencia en los territorios que se encontraban ligados por lazos formales con el imperio turco-otomano.

Depectivamente denominado como “el hombre enfermo de Europa” por las potencias occidentales, el imperio otomano, en franca desventaja frente a la vertiginosa industrialización de los países poderosos de Europa, se mostraba en una situación de minusvalía geopolítica y militar para afrontar el reto que representaba la penetración de Francia y Gran Bretaña con el fin desmembrar los territorios que otrora formaron parte de su órbita de influencia y autoridad. Los fines militares de la alianza de Francia y Gran Bretaña, conocida como la entente, estaban decididas a extinguir el imperio otomano para controlar los recursos naturales y las rutas marítimas y terrestres que forman parte de naciones como Siria, Egipto, Irak, Líbano, Palestina e Israel, territorios que cuentan con abundantes reservas de petróleo y gas, pero que también son críticamente claves como rutas de paso comercial entre África, Asia y Europa en el espacio terrestre, así como con la costa oriental del mar Mediterráneo, el mar Rojo y cerca del océano Índico a través del paso del canal de Suez, que permite el rápido acceso del mar Rojo al Mediterráneo, previo paso a través del océano Índico por medio del estrecho de Adén en el extremo occidental de la península Arábiga, pasando cerca del extremo oriental del “cuerno” de África.

El imperio británico, en procura de conseguir una mayor conexión terrestre entre sus dos grandes posesiones coloniales como India y Egipto, le resultaba fundamental controlar territorios en el mundo árabe, lugar de paso fundamental de rutas comerciales que pertenecían en el contexto de la I guerra mundial al imperio turco-otomano, aliado de Alemania y los imperios centrales europeos, fundamentalmente el austro-húngaro. Con el fin de formar alianza con los líderes árabes, apoyaron sus aspiraciones de independizarse de los turcos, razón por la que Henry McMahon sostuvo un intercambio de correspondencia con el Jerife Hussein de la Meca para atacar militarmente a las fuerzas otomanas[2]. Esto ocurrió a partir de 1915 y continuó en 1916, cobrando protagonismo posteriormente el agente de inteligencia y oficial del ejército británico Thomas Edward Lawrence, que saltó posteriormente a la fama como Lawrence de Arabia, quien fungió como intermediario entre el ejército británico y las fuerzas árabes. El turbulento legado de la presencia de Lawrence, lo resume en su célebre obra “Los siete pilares de la sabiduría”, en la cual comentó sobre los árabes que:

“Eran muchachos simpáticos llenos de vitalidad y felicidad, contentos con hacer también felices a las mujeres y niños nativos con los que se encontraban, regalándoles cosas´, y más adelante Lawrence añadía, amargamente, que aquellos soldados caminaban hacia su muerte `no para ganar la guerra, sino para que el maíz, el arroz y el petróleo de Mesopotamia puedan ser nuestros´[3].

Iniciadas más adelante distintas operaciones de inteligencia y sabotaje, árabes e ingleses cortaron rutas de comunicación de ferrocarriles que transportaban vituallas y armas que debilitaron paulatinamente los suministros del ejército turco. Adicionalmente, la corona británica estaba al corriente de que en varias zonas del mundo árabe se conocía la existencia de yacimientos de petróleo, que comenzaba a convertirse en el recurso más importante del mundo para movilizar los principales medios de transporte, que incluye los distintos tipos de vehículos militares por tierra, mar y aire.

De esta manera, en un frente fuera del continente europeo, Francia y Gran Bretaña vieron la oportunidad de conquistar territorios que expandirían sus posesiones coloniales, aprovechando la debilidad militar del imperio turco-otomano para hacerse con el control de territorios en el “levante asiático”. Quedaba entonces buscar una fórmula para repartir el área de influencia de cada potencia, y fue así que en el mes de mayo de 1916 surgió el denominado Acuerdo Sykes Picot, que repartió la zona de influencia de Francia y Gran Bretaña de la siguiente manera: bajo control francés quedarían los territorios en los que actualmente se encuentran Líbano, Siria y la zona norte de la actual Irak, en la que se encuentra la ciudad de Mosul; mientras que bajo control británico quedaría el actual reino hachemita de Jordania, el centro y sur de Irak y Palestina. El control de estas zonas permitió a ambas potencias el acceso a la explotación de petróleo en Irak y por su cercanía con la península arábiga, en la que se venía descubriendo importantes yacimientos petrolíferos en el actual reino de Arabia Saudita, también les permitiría controlar la costa oriental del mar Mediterráneo y así evitar cualquier ataque al canal de Suez egipcio que, por su proximidad como punto de paso entre el mar Rojo y el mar Mediterráneo, que también conecta a través del estrecho de Adén con el océano Índico, con lo cual completaba el círculo marítimo del comercio internacional que tanto ambicionaba la corona británica.

Para alcanzar este ambicioso objetivo, las fuerzas británicas y francesas, sobre todo las británicas, buscaron aliarse con los árabes, fomentando y aprovechando sus aspiraciones separatistas del imperio otomano, para conseguir como objetivo central su independencia. Evidentemente, ni franceses ni británicos tenían en mente este objetivo, por ello firmaron el Acuerdo Sykes-Picot en secreto, siendo hecho público en 1917 tras el triunfo de la revolución rusa en octubre de ese año.
Tras conocerse el contenido de este acuerdo, lógicamente no pasó desapercibido, razón por la cual provocó molestia e incomodidad de los árabes, quienes vieron defraudadas sus aspiraciones nacionalistas e independentistas de crear un Estado árabe fuerte y unido que reflejara sus más sentidos anhelos. Tras culminar la guerra, el resultado posterior fue la colonización e influencia directa de estas potencias en las fronteras trazadas en el Acuerdo Sykes Picot, bien fuera mediante la administración directa de Francia y Gran Bretaña como metrópolis colonizadoras, o bien bajo la figura de “mandato” refrendado por la Sociedad de Naciones, primera gran institución internacional surgida con el objetivo de mantener la paz mundial tras finalizar la I Guerra Mundial y evitar que otra conflagración de esa naturaleza se produjera nuevamente.

Más adelante, la herencia de la presencia franco-británica durante tres décadas, fue la de disgregar las aspiraciones árabes en distintos Estados divididos y enfrentados entre sí, con fronteras artificialmente trazadas que generaron conflictos de larga duración entre los Estados árabes entre sí, y entre ellos y el Estado de Israel, que se erigió como la manzana de la discordia geopolítica en el mundo árabe, tras ver traicionadas las promesas de Francia y Gran Bretaña como aliados circunstanciales durante la I Guerra Mundial que, hasta el día de hoy, constituye, quizá, la consecuencia más duradera y de mayor impacto de esta conflagración fuera del continente europeo. Thomas Edward Lawrence, concluía en “Los siete pilares de sabiduría” sobre la trama de la guerra en esta parte del mundo que:

“Está hecha con la intención de que constituya la verdadera historia de un movimiento político cuya esencia fue el fraude, en el sentido de que sus dirigentes no creían en los argumentos con los que movían las tropas…` Y hablando con un amigo, declaró: Detesto tanto el asunto de Arabia que daría el mundo entero (si fuese mío) por borrar su recuerdo´”[4].

Para concluir, fuera de las trincheras de Europa, las consecuencias de la I Guerra Mundial aún hoy día se pueden palpar por el arbitrario trazado de fronteras en el mundo árabe, que obedeció a intereses geopolíticos, comerciales y estratégicos mediante el establecimiento de alianzas públicas y secretas que complacieron los intereses de las potencias vencedoras, de unos nuevos actores que entraron en escena, concretamente los judíos sionistas, cuyas aspiraciones fueron tomadas en cuenta a partir de 1917 tras conocerse la célebre “Declaración Balfour”[5] que derivó en la creación del Estado de Israel en mayo de 1948 y la traición de las promesas hechas a los árabes, quienes fueron de una manera u otra las víctimas de la trama de los intereses y compromisos asumidos por las potencias vencedoras y derrotadas en las inestables alianzas durante la I Guerra Mundial.

FUENTES

·                    Alem, Jean Pierre. Judíos y árabes (3000 años de historia). Ediciones Península, Barcelona, 1970.
·                    Cattan, Henry. El problema palestino en pocas palabras. Editorial Fundamentos. Madrid. 1978.
·                    Cattan, Henry. Palestina, los árabes e Israel. Siglo XXI Editores. México. 1974 (segunda edición).
·                    Laqueur, Walter. The Israel-Arab reader. A documentary history of the Middle East conflict. Penguin Books. Middlesex, England. 1970.
·                    Martínez Carreras, José U. El mundo árabe e Israel. El próximo oriente en el siglo XX. Ediciones Istmo. Madrid. 2ª edición. 1992.
·                    Martínez Carreras, José U. Los orígenes del problema de Palestina. Arco/Libros, S.L. Madrid. 1996.
·                    Naciones Unidas. Los orígenes y evolución del problema de Palestina. Primera parte: 1917-1947. Preparado por el Comité para el ejercicio de los derechos inalienables del pueblo palestino. Nueva York, 1978.
·                    Palestinian Academic Society for the Study of International Affairs (PASSIA). Sykes-Picot Agreement, 1916. http://www.passia.org/palestine_facts/MAPS/1916-sykes-picot-agreement.html (revisado el 21-5-2013).
·                    Simpson, Colin y Knightley, Phillip. La vida secreta de Lawrence de Arabia. Editorial Bruguera. Barcelona. 1975.
·                    Strausz-Hupé, Robert. Geopolítica. La lucha por el espacio y el poder. Editorial Hermes. México. 1945.




[1] Walter Laqueur (compilador). The Israel-Arab reader. A documentary history of the Middle East conflict. Penguin Books. Middlesex, England. 1970. The Sykes-Picot Agreement. pp. 29-33. En esta compilación documental se encuentra el texto completo del documento en las páginas indicadas. En el mapa anexo se puede apreciar claramente los territorios bajo control directo de cada potencia, así como las zonas de influencia.
[2] En 1937, varios años después de intercambiada la correspondencia entre Sir Henry McMahon y el Jerife Hussein de la Meca, el primero dirigió una carta al periódico “Times” de Londres el 23 de Julio, en la que quizo aclarar su interpretación de la correspondencia, tras las controversias surgidas a raíz del mandato británico en Palestina, cuando los intereses de británicos, judíos sionistas y nacionalistas árabes chocaron por controlar el futuro de Palestina: “Es mi deber, de una vez para siempre, declarar de la manera más formal y solemne que no tuve la intención de incluir a Palestina en la zona de independencia árabe cuando di garantías al rey Hussein”. Jean Pierre Alem. Judíos y árabes (3000 años de historia). Ediciones Península, Barcelona, 1970, p. 100. El texto de la correspondencia Hussein McMahon de octubre de 1915 se encuentra en la compilación referida en la nota anterior de Walter Laqueur en las páginas 33, 34 y 35.
[3] Robert Payne. Lawrence de Arabia. Editorial Bruguera, Barcelona, 1968. p. 76.
[4] Colin Simpson y Phillip Knightley. La vida secreta de Lawrence de Arabia. Editorial Bruguera. Barcelona, 1975, p. 267.
[5] El texto de la “Declaración Balfour”, que en esencia mostró la simpatía del gobierno británico en la creación de un Estado judío en Palestina, emitida en Noviembre de 1917, puede encontrarse en la obra de: José Martínez Carreras. Los orígenes del problema de Palestina. Arco/Libros, S.L. Madrid. 1996. p. 51.