lunes, 28 de julio de 2014

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN EL ASIA - PACÍFICO


Lic. José Gregorio Maita Ruiz

Asia en 1914
En lo que se refiere a la Primera Guerra Mundial, manejamos una óptica centrada en Europa. Para el gran público en general, son casi desconocidas las luchas en otros frentes, cómo África, el Medio Oriente o el Asia - Pacífico, así como la participación de otros países, tales como Japón, Siam o Brasil. En 1914, no sólo Asia, sino el mundo entero ya habían sido completamente colonizados por las grandes potencias imperialistas o estaba ocupado por Estados modernos.

En Asia sólo existían como Estado independientes China, Japón, Persia, Siam, Turquía y Afganistán, mientras el resto de los pueblos asiáticos permanecía en situación de colonias, protectorados o provincias de Rusia, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Países Bajos, Estados Unidos, Portugal, o los mismos Japón y Turquía. Para complicar aún más las cosas, en este continente no existía un equilibrio real de potencias producto de una conferencia internacional, como la Conferencia de Berlín de 1884-1885 para África. Además, aquí dos nuevas potencias extra europeas, Estados Unidos y Japón, tenían una presencia cada vez más marcada y no estaban para nada de acuerdo con las reglas del juego geopolítico impuestas por las potencias más antiguas, tal y como demostraron la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898 y la Ruso-Japonesa de 1904-1905. Como último ingrediente en esta fórmula debemos agregar la inexacta repartición imperialista de China y el creciente nacionalismo del pueblo chino como respuesta. Resulta bastante preciso afirmar que en 1914, la región del Asia-Pacífico era un polvorín que podía estallar de un momento a otro.

El sistema de alianzas europeo también tenía sus efectos en Asia Oriental, pues desde 1902 Gran Bretaña se había aliado con Japón contra Rusia, alianza que fue renovada y ampliada tras la victoria japonesa sobre los rusos en 1905, y renovada en 1911. Por su parte, Francia y Rusia se mantenían aliadas desde finales del siglo XIX, y a su vez Gran Bretaña y Francia habían llegado a la “Entente Cordial” para 1914, por lo que en víspera de la guerra las tres grandes potencias formaban la Triple Entente. Alemania por su parte, tenía una pequeña pero estratégica presencia en el Asia-Pacífico, consistente en el territorio arrendado de Jiaozhou (provincia de Shandong), las Islas Marianas, Islas Carolinas, Palau, Nauru y la Nueva Guinea Alemana. Este heterogéneo conjunto territorial era difícil de defender, pero una excelente base para interferir en el comercio enemigo si se disponía de una flota adecuada. Aunque la alianza anglo-japonesa fue pensada en función anti rusa, para 1914 el principal enemigo contra la que podía estar dirigida era claramente Alemania.

Japón entra en la guerra
El 4 de agosto de 1914 el Reino Unido declaró la guerra Alemania por la entrada de tropas alemanas en territorio belga. Los británicos no tardaron en solicitar ayuda a su aliado japonés para neutralizar la amenaza que podía representar el Escuadrón del Lejano Oriente de la Marina Imperial Alemana, basado en Qingdao, Jiaozhou. Aunque no está claro si Gran Bretaña le solicitó directamente a Japón la entrada en la guerra, o fue una “generosa y solidaria” iniciativa japonesa, lo cierto es que el 15 de agosto Japón dirigió un ultimátum a Alemania exigiéndole el desarme total en la región y la entrega del territorio arrendado de Jiaozhou en China. Ante la previsible negativa, el Imperio del Sol Naciente declaró la guerra al Imperio de la Cruz de Hierro el 23 de ese mismo mes. La guerra había llegado al otro lado del mundo, con la intervención de la primera potencia no europea.

La guerra en el Asia-Pacífico fue breve, pero trastocaría el equilibro regional de fuerzas de forma total. El 27 de agosto se inició el bloqueo naval japonés sobre Qingdao, desembarcando el 2 de septiembre unos 20.000 hombres, apoyados por varios acorazados, cruceros, destructores y un portaaeronaves, siendo la primera acción aeronaval de la historia. El 14 de septiembre se movilizó la Armada Imperial Japonesa hacia el sur para capturar las Islas Marianas, Carolinas y Palau. Los australianos y neozelandeses se encargarían de Nauru y la Nueva Guinea Alemana. Para el 6 de octubre Japón, Australia y Nueva Zelanda habían completado la ocupación de las posesiones alemanas en el Pacífico, y para el 7 de noviembre, los japoneses y un pequeño refuerzo británico de 2500 hombres entraban en Qingdao. La guerra en el Lejano Oriente y el Pacífico terminaba, dejando fuera del mapa regional a Alemania, y engrandeciendo súbitamente a Japón, para no poca preocupación de Estados Unidos y de sus propios aliados británicos.

El 15 de enero de 1915 Japón extendió a China las “Veintiuna Demandas”, un pliego de exigencias que prácticamente convertían a ese país en un protectorado nipón. Japón le exigía a China, entre otras cosas, la cesión del arrendamiento alemán en Jiaozhou con todos los beneficios adicionales, derechos y atribuciones de policía a fuerzas japonesas, y más derechos económicos especiales. Las potencias europeas no pudieron reaccionar debido a la carnicería que ocurría en el viejo continente, y Estados Unidos no tuvo la influencia necesaria para contener a Japón, aunque al final Tokio se vio obligado a moderar sus exigencias. A fin de garantizar la futura anexión de las islas capturadas a los alemanes, Japón firma una serie de acuerdos secretos con Gran Bretaña, Francia y Rusia, que además sella con el envío en marzo de 1917 de una fuerza naval al Mediterráneo para ayudar en la guerra anti submarina contra Alemania y Austria-Hungría, eso tras negarse rotundamente al envío de tropas a los frentes de Europa.

En 1917 llegaron nuevos acontecimientos que complicaron más la situación en Asia Oriental y el Pacífico. En primer lugar el descubrimiento del Telegrama Zimmerman por parte de la inteligencia británica y su compartimiento con Estados Unidos, que provocó la entrada de este último país en la guerra. En dicho telegrama, enviado el 16 de enero de 1917 por el Secretario de Asuntos Exteriores del Imperio Alemán, Arthur Zimmermann al embajador alemán en México, Heinrich von Eckardt, se instruía a este último para que convenciera al presidente mexicano, Venustiano Carranza, de entrar en la guerra del lado de Alemania si Estados Unidos lo hacía del lado de Gran Bretaña; ofreciéndole a México asistencia militar, ayuda financiera y la promesa de recuperar Texas, Arizona y Nuevo México. Pero además, Alemania se proponía que México atrajera a su bando a Japón, para realizar un ataque conjunto sobre Estados Unidos. Este telegrama causó más recelos en Estados Unidos hacia Japón, y que el gobierno norteamericano aumentara su respaldo al nacionalismo chino contra la penetración nipona. Si bien, Estados Unidos declaró la guerra a Alemania y Austria-Hungría el 6 de abril de ese año, convirtiéndose por tanto en aliado circunstancial de Japón, la tensión no disminuyó sino hasta el acuerdo Lansing-Ishii el 2 de noviembre, cuando Japón reconoció la política de “Puertas Abiertas” de Estados Unidos hacia China, y Estados Unidos reconoció los “Intereses Especiales” de Japón en ese país. En realidad se trató de un acuerdo vacío y carente de toda posible aplicación, ya que ambos enfoques eran diametralmente opuestos. Japón no podía reconocer una política de puertas abiertas e igualdad de oportunidades de comercio para todas las potencias en China sin sacrificar sus intereses especiales, ni Estados Unidos podía reconocer los intereses japoneses sin sacrificar los propios. Ambas potencias solo ganaban tiempo. Es necesario explicar que en agosto de ese año también China, por recomendación de Estados Unidos, declaró la guerra a Alemania y Austria-Hungría, aunque no tomó más acción que enviar a miles de trabajadores chinos al frente occidental en Francia. En realidad china actuó con la intención de tener presencia en la venidera conferencia de paz y, con el apoyo de Estados Unidos, reclamar la devolución del territorio arrendado a Alemania y ocupado por Japón.

La llegada de la Revolución Rusa y la salida de Rusia de la guerra a comienzos de 1918 trajeron otros efectos colaterales en Asia. Dicha situación de dejaba a cientos de miles de soldados alemanes libres para trasladarse al frente occidental y arrollar a las fuerzas británicas y francesas antes de que los fuerza estadounidenses estuvieran listos y se desplegaran. Además de eso, dentro del territorio ruso había quedado varada la llamada “Legión Checoslovaca”, una fuerza militar compuesta por voluntarios de esa nacionalidad que habían desertado del imperio austrohúngaro, y que no podrían ser evacuados por Europa oriental. Además era preciso evitar que todo el armamento enviado por Occidente, y que se había acumulado en puertos como Arcángel, Múrmansk y Vladivostok no cayeran en manos de los bolcheviques cuando ya se estaban disparando los primeros tiros de la guerra civil rusa. Ante tal situación, y tras meses de negociación, Francia y Gran Bretaña convencen al presidente norteamericano Woodrow Wilson para que acepte participar en una fuerza multinacional junto con Japón, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá, que desembarcase en Vladivostok, asegurase la ciudad y el armamento almacenado y permitiese la evacuación de la Legión Checoslovaca. Estados Unidos y Japón debían liderar tal fuerza con 7000 soldados cada país. El 11 de agosto de 1918 se procedió al desembarco, pero Japón envió 70.000 hombres en vez de los 7000 pactados, y Estados Unidos no reconoció a Japón el mando de la operación, tal como se había acordado. Además de eso, Japón movilizó más fuerzas dentro de China, y sus soldados habían llegado hasta el lago Baikal, para finales de noviembre. Japón había actuado nuevamente según sus propios intereses, y había sorprendido a las potencias occidentales, demasiado ocupadas en terminar la guerra contra Alemania. Más que combatir a los bolcheviques, a los que Japón también consideraba una amenaza, Tokio buscaba crear un estado satélite entre el Pacífico y el lago Baikal, espacio que buscaba dominar desde la guerra con Rusia de 1904-1905.

El ajuste al tablero en Asia tras la guerra
Para cuando comenzó la conferencia de paz en Versalles, a inicios de 1919, la tensión entre Japón y las potencias anglosajonas era bastante alta. La conferencia se basaría en los Catorce Puntos de Woodrow Wilson de 1918 bajo los cuales Alemania había firmado el armisticio del 11 de noviembre de 1918, además del proyecto de la Sociedad de Naciones presentado por Wilson y respaldado por los británicos; pero Japón, al ser la única potencia no occidental, no cristiana y no blanca, desconfiaba profundamente de un organismo internacional que dominarían las potencias occidentales. Es por eso que Japón propuso que la Sociedad de Naciones garantizara la igualdad racial, y aunque la idea ganó el apoyo de Francia, Italia, varias potencias menores y países con menos influencia, además de China, que asistía a Versalles como protegida de Estados Unidos; la firme oposición de Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña dio al traste con la propuesta. Sin embargo, Japón lograría que le reconocieran bajo la figura de Mandato de la SDN su ocupación de las Islas Marianas, las Islas Carolinas y Palau; además de un puesto permanente en el Consejo de la SDN y la no resolución de la disputa por Jiaozhou con China, por lo que su ocupación del mismo continuaría.

Ante tal indiferencia hacia sus derechos, los delegados chinos abandonaron Versalles sin firmar el tratado, a la par que estalló una multitudinaria manifestación nacionalista en Pekín el 4 de mayo de 1919, que marcaría el inicio de las actividades armadas del Kuomintang, y a la postre, del Partido Comunista Chino. En 1921 Estados Unidos pudo convocar la reunión en Washington de una conferencia para limitar el armamento naval, donde además consiguió que Gran Bretaña pusiera fin a su alianza con Japón. Al final, Estados Unidos consiguió mediante el Tratado de las Cuatro Potencias (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón) estabilizar la situación en el Pacífico pero sin alianzas bilaterales, mediante el Acuerdo de las Cinco Potencias (las anteriores más Italia) limitar el armamento naval en proporción 5-5-3-1,5-1,5 para Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Francia e Italia, y mediante el Tratado de las Nueve Potencias (las cinco anteriores más Bélgica, Holanda Portugal y China, la imposición de su política de “Puertas Abiertas” en China, conteniendo efectivamente la expansión económica y militar de Japón.

La Primera Guerra Mundial originó una súbita expansión del imperio japonés, la reacción radical del nacionalismo en China, una guerra de cuatro años de los bolcheviques contra la intervención nipona en el Lejano Oriente ruso, la ruptura de la alianza anglo-japonesa y el inicio de una enemistad cada vez más marcada entre Estados Unidos y Japón. El camino a Pearl Harbor en 1941, comenzó en Versalles en 1919 y se decidió en Washington en 1922.


FUENTES
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