Lic.
José Gregorio Maita Ruiz
Asia
en 1914
En
lo que se refiere a la Primera Guerra Mundial, manejamos una óptica
centrada en Europa. Para el gran público en general, son casi
desconocidas las luchas en otros frentes, cómo África, el Medio
Oriente o el Asia - Pacífico, así como la participación de otros
países, tales como Japón, Siam o Brasil. En 1914, no sólo Asia,
sino el mundo entero ya habían sido completamente colonizados por
las grandes potencias imperialistas o estaba ocupado por Estados
modernos.
En
Asia sólo existían como Estado independientes China, Japón,
Persia, Siam, Turquía y Afganistán, mientras el resto de los
pueblos asiáticos permanecía en situación de colonias,
protectorados o provincias de Rusia, Gran Bretaña, Francia,
Alemania, Países Bajos, Estados Unidos, Portugal, o los mismos Japón
y Turquía. Para complicar aún más las cosas, en este continente no
existía un equilibrio real de potencias producto de una conferencia
internacional, como la Conferencia de Berlín de 1884-1885 para
África. Además, aquí dos nuevas potencias extra europeas, Estados
Unidos y Japón, tenían una presencia cada vez más marcada y no
estaban para nada de acuerdo con las reglas del juego geopolítico
impuestas por las potencias más antiguas, tal y como demostraron la
Guerra Hispano-Estadounidense de 1898 y la Ruso-Japonesa de
1904-1905. Como último ingrediente en esta fórmula debemos agregar
la inexacta repartición imperialista de China y el creciente
nacionalismo del pueblo chino como respuesta. Resulta bastante
preciso afirmar que en 1914, la región del Asia-Pacífico era un
polvorín que podía estallar de un momento a otro.
El
sistema de alianzas europeo también tenía sus efectos en Asia
Oriental, pues desde 1902 Gran Bretaña se había aliado con Japón
contra Rusia, alianza que fue renovada y ampliada tras la victoria
japonesa sobre los rusos en 1905, y renovada en 1911. Por su parte,
Francia y Rusia se mantenían aliadas desde finales del siglo XIX, y
a su vez Gran Bretaña y Francia habían llegado a la “Entente
Cordial” para 1914, por lo que en víspera de la guerra las tres
grandes potencias formaban la Triple Entente. Alemania por su parte,
tenía una pequeña pero estratégica presencia en el Asia-Pacífico,
consistente en el territorio arrendado de Jiaozhou (provincia de
Shandong), las Islas Marianas, Islas Carolinas, Palau, Nauru y la
Nueva Guinea Alemana. Este heterogéneo conjunto territorial era
difícil de defender, pero una excelente base para interferir en el
comercio enemigo si se disponía de una flota adecuada. Aunque la
alianza anglo-japonesa fue pensada en función anti rusa, para 1914
el principal enemigo contra la que podía estar dirigida era
claramente Alemania.
Japón
entra en la guerra
El
4 de agosto de 1914 el Reino Unido declaró la guerra Alemania por la
entrada de tropas alemanas en territorio belga. Los británicos no
tardaron en solicitar ayuda a su aliado japonés para neutralizar la
amenaza que podía representar el Escuadrón del Lejano Oriente de la
Marina Imperial Alemana, basado en Qingdao, Jiaozhou. Aunque no está
claro si Gran Bretaña le solicitó directamente a Japón la entrada
en la guerra, o fue una “generosa y solidaria” iniciativa
japonesa, lo cierto es que el 15 de agosto Japón dirigió un
ultimátum a Alemania exigiéndole el desarme total en la región y
la entrega del territorio arrendado de Jiaozhou en China. Ante la
previsible negativa, el Imperio del Sol Naciente declaró la guerra
al Imperio de la Cruz de Hierro el 23 de ese mismo mes. La guerra
había llegado al otro lado del mundo, con la intervención de la
primera potencia no europea.
La
guerra en el Asia-Pacífico fue breve, pero trastocaría el equilibro
regional de fuerzas de forma total. El 27 de agosto se inició el
bloqueo naval japonés sobre Qingdao, desembarcando el 2 de
septiembre unos 20.000 hombres, apoyados por varios acorazados,
cruceros, destructores y un portaaeronaves, siendo la primera acción
aeronaval de la historia. El 14 de septiembre se movilizó la Armada
Imperial Japonesa hacia el sur para capturar las Islas Marianas,
Carolinas y Palau. Los australianos y neozelandeses se encargarían
de Nauru y la Nueva Guinea Alemana. Para el 6 de octubre Japón,
Australia y Nueva Zelanda habían completado la ocupación de las
posesiones alemanas en el Pacífico, y para el 7 de noviembre, los
japoneses y un pequeño refuerzo británico de 2500 hombres entraban
en Qingdao. La guerra en el Lejano Oriente y el Pacífico terminaba,
dejando fuera del mapa regional a Alemania, y engrandeciendo
súbitamente a Japón, para no poca preocupación de Estados Unidos y
de sus propios aliados británicos.
El
15 de enero de 1915 Japón extendió a China las “Veintiuna
Demandas”, un pliego de exigencias que prácticamente convertían a
ese país en un protectorado nipón. Japón le exigía a China, entre
otras cosas, la cesión del arrendamiento alemán en Jiaozhou con
todos los beneficios adicionales, derechos y atribuciones de policía
a fuerzas japonesas, y más derechos económicos especiales. Las
potencias europeas no pudieron reaccionar debido a la carnicería que
ocurría en el viejo continente, y Estados Unidos no tuvo la
influencia necesaria para contener a Japón, aunque al final Tokio se
vio obligado a moderar sus exigencias. A fin de garantizar la futura
anexión de las islas capturadas a los alemanes, Japón firma una
serie de acuerdos secretos con Gran Bretaña, Francia y Rusia, que
además sella con el envío en marzo de 1917 de una fuerza naval al
Mediterráneo para ayudar en la guerra anti submarina contra Alemania
y Austria-Hungría, eso tras negarse rotundamente al envío de tropas
a los frentes de Europa.
En
1917 llegaron nuevos acontecimientos que complicaron más la
situación en Asia Oriental y el Pacífico. En primer lugar el
descubrimiento del Telegrama Zimmerman por parte de la inteligencia
británica y su compartimiento con Estados Unidos, que provocó la
entrada de este último país en la guerra. En dicho telegrama,
enviado el 16 de enero de 1917 por el Secretario de Asuntos
Exteriores del Imperio Alemán, Arthur Zimmermann al embajador alemán
en México, Heinrich von Eckardt, se instruía a este último para
que convenciera al presidente mexicano, Venustiano Carranza, de
entrar en la guerra del lado de Alemania si Estados Unidos lo hacía
del lado de Gran Bretaña; ofreciéndole a México asistencia
militar, ayuda financiera y la promesa de recuperar Texas, Arizona y
Nuevo México. Pero además, Alemania se proponía que México
atrajera a su bando a Japón, para realizar un ataque conjunto sobre
Estados Unidos. Este telegrama causó más recelos en Estados Unidos
hacia Japón, y que el gobierno norteamericano aumentara su respaldo
al nacionalismo chino contra la penetración nipona. Si bien, Estados
Unidos declaró la guerra a Alemania y Austria-Hungría el 6 de abril
de ese año, convirtiéndose por tanto en aliado circunstancial de
Japón, la tensión no disminuyó sino hasta el acuerdo Lansing-Ishii
el 2 de noviembre, cuando Japón reconoció la política de “Puertas
Abiertas” de Estados Unidos hacia China, y Estados Unidos reconoció
los “Intereses Especiales” de Japón en ese país. En realidad se
trató de un acuerdo vacío y carente de toda posible aplicación, ya
que ambos enfoques eran diametralmente opuestos. Japón no podía
reconocer una política de puertas abiertas e igualdad de
oportunidades de comercio para todas las potencias en China sin
sacrificar sus intereses especiales, ni Estados Unidos podía
reconocer los intereses japoneses sin sacrificar los propios. Ambas
potencias solo ganaban tiempo. Es necesario explicar que en agosto de
ese año también China, por recomendación de Estados Unidos,
declaró la guerra a Alemania y Austria-Hungría, aunque no tomó más
acción que enviar a miles de trabajadores chinos al frente
occidental en Francia. En realidad china actuó con la intención de
tener presencia en la venidera conferencia de paz y, con el apoyo de
Estados Unidos, reclamar la devolución del territorio arrendado a
Alemania y ocupado por Japón.
La
llegada de la Revolución Rusa y la salida de Rusia de la guerra a
comienzos de 1918 trajeron otros efectos colaterales en Asia. Dicha
situación de dejaba a cientos de miles de soldados alemanes libres
para trasladarse al frente occidental y arrollar a las fuerzas
británicas y francesas antes de que los fuerza estadounidenses
estuvieran listos y se desplegaran. Además de eso, dentro del
territorio ruso había quedado varada la llamada “Legión
Checoslovaca”, una fuerza militar compuesta por voluntarios de esa
nacionalidad que habían desertado del imperio austrohúngaro, y que
no podrían ser evacuados por Europa oriental. Además era preciso
evitar que todo el armamento enviado por Occidente, y que se había
acumulado en puertos como Arcángel, Múrmansk y Vladivostok no
cayeran en manos de los bolcheviques cuando ya se estaban disparando
los primeros tiros de la guerra civil rusa. Ante tal situación, y
tras meses de negociación, Francia y Gran Bretaña convencen al
presidente norteamericano Woodrow Wilson para que acepte participar
en una fuerza multinacional junto con Japón, Francia, Gran Bretaña,
Italia y Canadá, que desembarcase en Vladivostok, asegurase la
ciudad y el armamento almacenado y permitiese la evacuación de la
Legión Checoslovaca. Estados Unidos y Japón debían liderar tal
fuerza con 7000 soldados cada país. El 11 de agosto de 1918 se
procedió al desembarco, pero Japón envió 70.000 hombres en vez de
los 7000 pactados, y Estados Unidos no reconoció a Japón el mando
de la operación, tal como se había acordado. Además de eso, Japón
movilizó más fuerzas dentro de China, y sus soldados habían
llegado hasta el lago Baikal, para finales de noviembre. Japón había
actuado nuevamente según sus propios intereses, y había sorprendido
a las potencias occidentales, demasiado ocupadas en terminar la
guerra contra Alemania. Más que combatir a los bolcheviques, a los
que Japón también consideraba una amenaza, Tokio buscaba crear un
estado satélite entre el Pacífico y el lago Baikal, espacio que
buscaba dominar desde la guerra con Rusia de 1904-1905.
El
ajuste al tablero en Asia tras la guerra
Para
cuando comenzó la conferencia de paz en Versalles, a inicios de
1919, la tensión entre Japón y las potencias anglosajonas era
bastante alta. La conferencia se basaría en los Catorce Puntos de
Woodrow Wilson de 1918 bajo los cuales Alemania había firmado el
armisticio del 11 de noviembre de 1918, además del proyecto de la
Sociedad de Naciones presentado por Wilson y respaldado por los
británicos; pero Japón, al ser la única potencia no occidental, no
cristiana y no blanca, desconfiaba profundamente de un organismo
internacional que dominarían las potencias occidentales. Es por eso
que Japón propuso que la Sociedad de Naciones garantizara la
igualdad racial, y aunque la idea ganó el apoyo de Francia, Italia,
varias potencias menores y países con menos influencia, además de
China, que asistía a Versalles como protegida de Estados Unidos; la
firme oposición de Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña dio al
traste con la propuesta. Sin embargo, Japón lograría que le
reconocieran bajo la figura de Mandato de la SDN su ocupación de las
Islas Marianas, las Islas Carolinas y Palau; además de un puesto
permanente en el Consejo de la SDN y la no resolución de la disputa
por Jiaozhou con China, por lo que su ocupación del mismo
continuaría.
Ante
tal indiferencia hacia sus derechos, los delegados chinos abandonaron
Versalles sin firmar el tratado, a la par que estalló una
multitudinaria manifestación nacionalista en Pekín el 4 de mayo de
1919, que marcaría el inicio de las actividades armadas del
Kuomintang, y a la postre, del Partido Comunista Chino. En 1921
Estados Unidos pudo convocar la reunión en Washington de una
conferencia para limitar el armamento naval, donde además consiguió
que Gran Bretaña pusiera fin a su alianza con Japón. Al final,
Estados Unidos consiguió mediante el Tratado de las Cuatro Potencias
(Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón) estabilizar la
situación en el Pacífico pero sin alianzas bilaterales, mediante el
Acuerdo de las Cinco Potencias (las anteriores más Italia) limitar
el armamento naval en proporción 5-5-3-1,5-1,5 para Estados Unidos,
Gran Bretaña, Japón, Francia e Italia, y mediante el Tratado de las
Nueve Potencias (las cinco anteriores más Bélgica, Holanda Portugal
y China, la imposición de su política de “Puertas Abiertas” en
China, conteniendo efectivamente la expansión económica y militar
de Japón.
La
Primera Guerra Mundial originó una súbita expansión del imperio
japonés, la reacción radical del nacionalismo en China, una guerra
de cuatro años de los bolcheviques contra la intervención nipona en
el Lejano Oriente ruso, la ruptura de la alianza anglo-japonesa y el
inicio de una enemistad cada vez más marcada entre Estados Unidos y
Japón. El camino a Pearl Harbor en 1941, comenzó en Versalles en
1919 y se decidió en Washington en 1922.
FUENTES
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